Sorprendente descubrimiento.
Estas dos palabras resumen mi experiencia en esta pulpería situada en el Barrio de Las Rosas de Madrid. Al parecer, se trata de un local antiguamente situado en La Elipa que se trasladó a esta nueva ubicación hace algo más de un año, totalmente desconocido para mí, pero recomendado por mi hermano que para esto del comer suele ser de criterio parecido al mío.
Así que este sábado, que estaba de rodríguez —algo más de lo habitual, me refiero—, nos acercamos los dos para conocer el sitio.
Estéticamente, el local no es gran cosa, tipo restaurante de barrio de los de toda la vida. El comedor está en una planta sótano y, al ser pequeño, da un poco la sensación de cerrado. No es algo a lo que yo le dé excesiva importancia, pero a nadie le disgusta un buen ambiente ¿no?
Tratándose de una pulpería no podíamos hacer otro cosa que probar una ración de pulpo, a la que añadimos unos berberechos que nos recomendó el camarero y un entrecot trinchado que compartiríamos. Lo primero que he de decir es que nos pasamos en cantidad, las raciones varían de manera notable de un sitio a otro y es difícil acertar con la cantidad. Aquí son generosas, así que añadiendo un postrecito hubiese comido tranquilamente otra persona, a pesar de que tenemos ambos un buen saque.
Al tajo.
El pulpo —a feira, por supuesto— excelente, sin pasarse de cocción, acompañado de un par de cachelos. La ración son 24€ pero, dada la cantidad, no está mal y su calidad bien merece pagarlo.
Los berberechos esquisitos, sabrosos, sin arena y en su punto. ¡Qué mas se puede pedir! 14€
El entrecot —23,50€— no estuvo a la altura del resto, tierno pero el punto de la carne no era homogéneo y estaba pasado en algunas zonas. No sé si influyó que nos lo trajeran demasiado pronto y se enfriase un poco, pero no terminó de convencerme. Aquí hay que ponerle un punto negativo a la cocina o al servicio, pues nos pusieron todos los platos prácticamente al mismo tiempo con lo que no podía pasar otra cosa más que la carne se enfriase.
Al postre no llegamos, muy a pesar nuestro hay que decir, pues las filloas flambeadas de la carta no hacían más que llamarnos por nuestros nombres. Y no se os ocurra pedir café porque está malísimo, algo que no entiendo como no cuidan más en los restaurantes, es la última impresión que le queda a los comensales y no creo que suponga gran coste.
En cuanto al servicio, estuvieron amables y atentos en todo momento a que no faltase nada en la mesa. El error de servir todo al mismo tiempo es importante, pero a su favor diré que era un poco tarde y los últimos comensales que quedaban en el local.
Y, por último, siguiendo la estela iniciada por Pikapalo en cuanto a puntuaciones, ahí va la mía un poco ampliada:
COCINA: 4 putas cocretas
AMBIENTE: 2 putas cocretas
CALIDAD/PRECIO: 4 putas cocretas
SERVICIO: 3 putas cocretas
Aunque la puntuación de la cocina parece un poco alta, sólo por el pulpo ya se merece. En Madrid es difícil encontrarlo decente.
Quiero que me lleves a este sitio a ver si le doy media puta cocreta más...
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